Hombrecillos elegantes que parecen caer del cielo como si de lluvia humanizada se tratase, personajes que nos ocultan su rostro, seres irreales, lienzos que dejan ver lo que hay más allá de ellos, paisajes de atmósferas enigmáticas, arquitecturas imposibles, lecciones de pura filosofía en pequeñas dosis visuales. Todo eso y mucho más está presente en la obra del belga René Magritte (1898-1967), uno de los pesos pesados de la pintura surrealista.
Nacido en Bruselas, Magritte estudió allí Bellas Artes e inició su trayectoria como artista gráfico en 1922. En un principio realizó algunas obras cercanas al cubismo y tomó contacto con otras vanguardias pictóricas como el dadaísmo, pero su pintura se vio fuertemente influida por la de Giorgio de Chirico, el pintor de las arquitecturas misteriosas, En 1927 tiene lugar su primera exposición individual y ese mismo año se traslada a Francia, donde toma contacto con el grupo de André Breton y los pintores surrealistas emergentes, con los que participará en algunas exposiciones colectivas. Ese va a ser desde entonces el estilo predominante en su obra, con breves incursiones durante la década de los cuarenta en el impresionismo y el fauvismo. Por esos años da a la luz su manifiesto "el surrealismo a pleno sol", que lo alejará de Breton, pero que no le impedirá mantenerse desntro de esa corriente estética. Es ahora un pintor reconocido, cuya consagración definitiva se produce con la difusión de su obra en Estados Unidos. Una fama que no deja de crecer hasta su muerte en 1967.
Una muestra de su arte, solo una parte de su magnifica obra.
miércoles, agosto 06, 2008
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